En el año 1984, el científico soviético Alexei Pajitnov creó el juego más vendido de todos los tiempos. Lo que desconocía es que, casi cuatro décadas después, no solo se sigue vendiendo en diferentes formatos tecnológicos, sino que ha creado su propia obsesión para el cerebro: el Efecto Tetris. Porque sí; más allá de su versión inicial, el Tetris también ha ido evolucionando con todas las herramientas que aparecían. Ahora bien; para el cerebro también ha repercutido, y en estos casos no tan favorablemente.
La década de los 80′ fue muy importante para el mundo de los videojuegos. En aquellos tiempos, miles de hogares contaban con las
En su opinión, el factor más importante es que el juego «toma ventaja del placer básico que experimenta nuestra mente cuando ordena cosas, y lo utiliza contra nosotros». El británico descubrió que lo que está haciendo es crear infinitas tareas sin acabar que captan irremisiblemente nuestra atención.
Cada acción del juego, explica el psicólogo, nos permite resolver una parte del puzle, llenando fila tras fila para que vayan desapareciendo, pero sigue generando nuevos problemas que nos pueden llevar horas. «La misma satisfacción que produce rascarse», asegura Stafford. Es verdad que hay otros juegos que explotan la misma tendencia humana a ordenar cosas, como puede ser el billar, pero solo el Tetris convierte esta labor en interminable y parcial. Y de ahí su efecto.