El semáforo es un elemento cotidiano que seguro que has visto a tu alrededor desde que eras niño, pero cuyo origen es muy probable que nunca te hayas planteado. Al fin y al cabo, es solo un semáforo. ¿Pero y si te dijéramos que la historia del semáforo y de sus colores resulta curiosa e interesante? Para contártelo, viajaremos hasta su origen, el cual se remonta hasta 1868. Desde entonces, no ha dejado de extenderse por el mundo entero.
¿Recuerdas todos los semáforos que te cruzaste la última vez que te pusiste al volante? Probablemente, no. Porque el semáforo está ahí, lo respetamos y sabemos que salva vidas, pero quizá no se le da la relevancia que merecería. Y lo cierto es que ya han pasado más de 150 años desde que se fabricase el primero. Su historia y el motivo por el cual se eligieron sus colores resulta, cuanto menos, curiosa. Y aunque hoy día la tecnología haya cambiado la forma de conducir, accediendo a
Los semáforos para peatones tardaron en llegar. En realidad, no entraron en las ciudades hasta 1950, momento en el cual las autoridades de tráfico veían incapaz mantener un único sistema de semáforo. Era necesario que hubiera luces independientes para coches y peatones. No obstante, en algunos países los semáforos, incluso los de vehículos, tardaron mucho en llegar. En Bangalore, en India, no se instaló el primer semáforo hasta el año 1963.
Y en Japón, por ejemplo, no se utiliza la luz verde, sino que el color que ocupa su lugar es el azul. Aunque en tiempos modernos la luz ha ido cambiando cada vez más a verde, todavía hay algunos semáforos que tienen un remarcado color azul. Los propios ciudadanos llaman luz azul a la luz verde, por mucho que el color que estén viendo sea el verde. El motivo de ello se remonta a mucho tiempo atrás, a una época en la que el idioma del país solo tenía palabras para cuatro colores: blanco, negro, rojo y azul. Por lo tanto, cualquier luz de color verde acababa siendo llamada con la palabra del color azul, porque era la más parecida que podían encontrar.