Hace algo más de un año analizamos cuáles son las mayores utilidades de los superordenadores del mundo. Entre ellas encontramos cálculos para medicina, industria (como la automovilística o aeroespacial), seguridad, o predicciones de modelos de tiempo o clima; todo lo que sea tratar con inmensas cantidades de datos. Y Europa no quiere quedarse atrás en esta carrera por el mejor superordenador.
El superordenador más potente de la UE está en el 14º puesto, pero eso va a cambiar
En los últimos años Estados Unidos ha ido perdiendo protagonismo en el listado de los ordenadores más potentes, sobre todo debido al estancamiento de la inversión y a la gran apuesta que China ha realizado en este sector. En el listado del pasado mes de noviembre podemos ver que, además de que ahora los 500 más potentes del mundo usan Linux por primera vez en la historia, que el primer ordenador de Estados Unidos está en quinta posición, por detrás de países como China, Suiza o Japón.
En comparación, un Intel Core i7-8700K alcanza unos 39.000 millones de instrucciones por segundo, por lo que el superordenador de la UE será unos 2,5 millones de veces más potente que un ordenador gaming de alta gama. A nivel de superordenadores la cifra es aún más interesante, porque el superordenador más potente del mundo es el Sunway TaihuLight de China, que actualmente es capaz de procesar 93.000 billones de instrucciones por segundo (93.000 TFLOPs). Esto convertiría al nuevo superordenador europeo en el más potente del mundo, y será 15,46 veces más potente que el Mare Nostrum.
El coste de este superordenador será de 1.000 millones de euros, de los cuales 486 millones vendrán de la UE, y el resto de los Estados (de momento, participan 13 países entre los que se encuentra España). También se aceptarán inversiones privadas, y el proyecto se estima que abrirá el año que viene, y se extenderá por lo menos hasta el año 2026. Los países de la UE no tienen capacidad para competir con China o Estados Unidos, por lo que ha sido necesario realizar esta acción conjunta para poder competir con ellos (hasta ahora la brecha europea con otros países era de entre 500 y 750 millones de euros). Para el futuro también se trabajará en crear procesadores europeos.